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MINISTERIO DE ORACION, INTERCESION Y LITURGIA ZONA 02

Vida de Oración

Vida de Oración

EL PODER DE LA ORACIÓN

INTRODUCCION

No existe nada más reparador que descubrir las grandes fuerzas que impulsan al ser humano, a la vida y al universo.

Cuando oímos hablar que alguien rezo, en el momento de un accidente y salió ileso, o que alguien estaba condenado a muerte por un cáncer, y ahora se encuentra perfectamente. Y tantos otros relatos increíbles. Y es porque estamos frente a la fuerza más poderosa del mundo “LA FUERZA DE LA ORACIÓN”, que es la suma del poder de la mente, del poder de la ley y del poder de Dios en toda criatura humana.

Si antes la oración, nos resultaba aburrida y no nos decía nada, era porque no conocíamos su valor y su significado; era como apreciar la fruta por la cáscara.

Ahora sabemos que la oración nos identifica con Dios y con la creación y que es  una arma poderosísima para contrarrestar el mal, y una llave divina que abre la puerta de la felicidad. Si no hacemos uso de ella es porque no queremos y en el  fondo deseamos seguir sumergidos en la tristeza y el dolor, atrapados en un mundo dominado por el enemigo de Dios, que lo único que busca es nuestra destrucción.

¡La decisión es nuestra!

¿CÓMO DEBEMOS ORAR?

PRIMER REQUISITO:

Saber lo que se quiere.

Quien escoge el contenido de la oración somos nosotros no Dios.

Debemos saber por lo tanto, lo que nuestro corazón anhela, para que nuestra oración traiga beneficios.

Debemos definir mentalmente el objetivo de nuestra oración y especificar el contenido de nuestro rezo.

SEGUNDO REQUISITO:

Desear realmente.

Para que nuestra oración tenga fuerza, es necesario que realmente deseemos alcanzar el contenido de nuestras afirmaciones.

Si estamos desinteresados en aquello que imploramos, nuestra oración no tiene fuerza ni finalidad.

Nuestro deseo es la palanca poderosa, capaz de impulsar nuestra oración hasta Dios.

Este es el tipo de oración que hace que la persona se duerma, se canse, se distraiga y pierda la concentración.

Si deseamos ardientemente alcanzar aquello por lo que pedimos, pondremos energía espiritual.

TERCER REQUISITO:

Tener claridad en la mente.

Cuando sabemos lo que queremos es fácil pedir.

Definamos con claridad lo que deseamos alcanzar en nuestra oración, evitando la conversación interminable llena y las descripciones complicadas.

“Sólo la claridad puede recibir claramente”

CUARTO REQUISITO:

Decir lo que queremos.

Ahora que sabemos cuál es el objetivo de nuestra oración, digámoslo con simplicidad, claridad y de forma positiva.

De nada sirve lamentarnos ante Dios y expresar desesperación, para conmover a Dios. Todo eso no nos lleva a nada.

Dios sabe exactamente cual es nuestra situación.

El quiere la realización de nuestra palabra.

Que nuestra oración brote nuestra mente y nuestro cerrazón.

Dios atiende aquello que creemos y no en aquellos que decimos. Y Dios atiende a lo que decimos cuando lo creemos.

No es la oración por sí sola la infalible, sino la oración hecha con Fe, ésta sí, es infalible.

QUINTO REQUISITO:

Creer que ya está alcanzado.

Dijo Jesús: “Creed que lo habéis alcanzado y lo alcanzaréis”.

Cuando elevemos una plegaria, creamos que por el simple hecho de hacerla ya está alcanzada. Y esto es porque Dios es la respuesta a nuestra oración.

Debemos tratar de visualizar la petición ya entendida. La imagen es una creación Divina en cada uno de nosotros y lo que la mente crea podremos realizar.

A nosotros no corresponde pedir y creer que ya ha sido escuchado.

A dios le corresponde dar a saber cómo lo dará.

SEXTO REQUISITO:

Persistir.

Sabiendo que el pedir, ya contiene el recibir debemos persistir mentalmente en la  petición, con calma y paz de espíritu.

Perseverar en la oración es confiar en la realización del ruego.

No debemos mantener angustias, ni ansiedades, para poder acelerar la materialización del pedido.

SÉPTIMO REQUISITO:

Relajarse y profundizar.

Cuando más profundizamos en la oración y nos apartamos del mundo exterior, mas liberado estará nuestro cuerpo y receptiva nuestra mente.

Hecha nuestra oración debemos descansar, para así dar condiciones a que Dios hable.

Cuando sintamos un alivio interior, aquella paz y alegría, aquel sentimiento de  victoria sobre alguna cosa, aquella de que ya hemos sido atendidos, esto ya es señal de que realmente la oración ya ha sido atendida.

OCTAVO REQUISITO:

Agradecer

Como nuestra oración fue atendida, agradecemos desde ahora.

Podríamos pensar que todavía no ocurrió realmente. Cuando una oración sucede la mente, ocurre materialmente.

Agradecemos con nuestras propias palabras, o a través de algunas expresiones como Amén, Así es y así será, Así es ahora y siempre, Muchas gracias porque me oísteis Gracias te doy OH Padre. Etc. O hacer una pequeña oración de agradecimiento.

Debemos mantener en la mente esta verdad “Dios oyó mi pedido”. No aceptar ningún pensamiento de duda o miedo.

¿QUE ESTILO DE VIDA QUE TENÍAN LOS HOMBRES DE DIOS?

Todos los hombres que Dios utilizó no escatimaron el tiempo para orar, y porque ellos desearon a Dios, Dios les deseó, les amó y derramó bendiciones sobre ellos.

Debemos entender que la oración, acompañada de una obediente sumisión a Dios toca el cielo. Nuestras oraciones son contestadas por la posición que tenemos en Cristo, no por nuestra bondad.

¿LA ORACIÓN MÁS PERFECTA?

La oración más perfecta en el estado interior y exterior de la felicidad.

No existe oración más elevada que la del ser feliz. La Felicidad debe ser la meta.

Si nosotros somos felices, seremos una manifestación de Dios en la tierra.

No existe mayor contradicción en el mundo que la de ver a una persona entregada a largas e interminables horas de oración verbal o meditativa y NO ser feliz.

La felicidad es un estado interior; y como todo estado interior se manifiesta, se  expresa en el mundo exterior. Si mentalmente nos sentimos felices, nuestro cuerpo se vuelve feliz, la vida se vuelve feliz, el universo se toma feliz, todo es felicidad en nosotros y esa es la más completa y perfecta comunión humana - divina.

Tener felicidad interior, espiritual es haber encontrado la fuente de la juventud, el elíxir de la vida, porque la felicidad interior se refleja en nuestro exterior, esa paz ese gozo nos da longevidad, nos alarga la vida; por eso no nos extrañe que los hombres de oración viven muchos años, así lo podemos apreciar en el  Antiguo Testamento.

Ser es mucho más que orar, porque es el ser, la oración más su efecto; esto quiere decir que es la oración mas el resultado de la misma. Si, porque puede existir oración sin ningún resultado, cuando la misma es dicha de la boca para afuera.

Jesús vino a este mundo, entre otras cosas  para enseñar el camino del Reino de los Cielos. “El Reino de los Cielos está dentro de vosotros mismos” dijo El. Ésta es una  verdad.

Cuando el Reino de los Cielos, que es el estado de felicidad, está dentro de nosotros mismos, consecuentemente también se manifiesta en nuestro mundo externo.

Nuestra meta debe ser esa, alcanzar la felicidad a través del reino de los Cielos.

“Feliz él tome parte en el banquete del Reino de Dios”  Lc 14, 15.

El Reino de Dios como consta en el Evangelio, es comparado a un banquete. El banquete es un estado de fiesta, un estado interior de felicidad.

 

La oración es un banquete, y el banquete se vuelve oración. Esto es perfección.

Cuando la humanidad sea consientizada con está verdad, la oración dominará al mundo las Iglesias estarán repletas y el mundo será un paraíso, ósea una fiesta interminable.

Cuanto más sea buscado conscientemente Dios en los asuntos humanos, mucho más rápido será su surgimiento en la tierra. De esta manera llegará el día en que nosotros y la humanidad entera reconozcamos que somos simples instrumentos y hallaremos nuestra identidad en un mundo Espiritual.

Nuestra conciencia será la de Cristo, y cada uno habremos encontrado la fuente de toda alegría: El Reino de Dios.

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