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MINISTERIO DE ORACION, INTERCESION Y LITURGIA ZONA 02

Vida de Oración

Vida de Oración

EL SECRETO DE LA ORACIÓN

Mc 11, 24.

 

“Por eso les digo: Que todo lo que ustedes pidan en oración crean que ya lo han conseguido y lo recibirán”

 

Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración, crean que ya lo han recibido y lo obtendrán.

Aquí tenemos un resumen de la enseñanza de nuestro Señor Jesús sobre la oración.

Cuanto más nos dediquemos a pensar en la oración como Jesús pensó, sus palabras serán ciertamente como semillas vivas, que crecerán y producirán en nosotros su fruto: Una vida y una practica que se correspondan exactamente con la Verdad Divina que ellas contienen. Cristo, la Palabra de Dios vivo, da a sus palabras un Poder Divino vivificador que hacen que exista lo que ellas dicen. Ese Poder obra en nosotros y nos hace aptos, capacitándonos para todo lo que él nos pide. Consideremos esta enseñanza sobre la oración como una promesa definida de lo que El, por su Espíritu Santo que mora en nosotros, ha de hacer en sí mismo.

CARACTERÍSTICAS

Las características o elementos esenciales, de la verdadera oración son:

  • El deseo del corazón
  • El deseo expresado por medio de la oración
  • La Oración con FE llega a Dios
  • En FE aceptar la respuesta de Dios
  • La experiencia de la bendición deseada

Estas característica o elementos nos servirán de ayuda para aclarar nuestros pensamientos el hecho de que cada uno tome una petición definida para aprender a orar con fe en relación con ella. Mejor aun debemos unirnos en aquello que ha estado ocupando nuestra atención.

¿Por qué no tomamos como el objetivo de nuestro deseo y de nuestra intercesión la gracia de poder orar con poder?

Yo quiero pedir y recibir por la FE el PODER para orar como DIOS quiere y tanto como EL espera de mí. Meditemos en estas palabras de JESÚS con la confianza que él nos enseñara como orar para obtener esta bendición.

EL DESEO DEL CORAZON

Todo lo que ustedes pidan”. El deseo de pedir es el alma de la oración, y la causa de la oración insuficiente o que no tiene éxito se halla a menudo en la falta o en la debilidad del deseo. Algunos pueden dudar de esto; están seguros de que han deseado muy sinceramente lo que piden. Pero si ellos juzgan para ver si su deseo ha sido en verdad tan sincero como Dios quiere que sea, como el que demanda el valor divino de estas bendiciones, pueden llegar a comprender que en realidad la causa del fracaso fue la falta de deseo.

Lo que es cierto con respecto a Dios lo es con respecto a cada una de sus bendiciones, y tanto mas cierto cuanto más espiritual sea la bendición.

Jer 29, 13; 2 Cro 15, 15.

El cristiano puede tener con frecuencia muchos deseos de recibir bendiciones espirituales. Pero junto con estos deseos hay otros en su vida diaria que ocupan un gran puesto en sus intereses y afectos. Los deseos espirituales no son completamente absorbentes. Se quedara perplejo por el hecho de que su oración no es oída. Esto se debe sencillamente a que Dios quiere todo el corazón. “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón”. La Ley es inmutable; Dios se ofrece, se entrega a sí mismo, a los que con corazón sincero se entregan a él. El también nos da según el deseo de nuestro corazón, no según lo que nosotros pensamos de nuestro deseo, sino según lo que él piensa de él. Si hay otros deseos que están mas arraigados en nosotros, que ocupan mas nuestro corazón que el Señor y su presencia, él permite que estos sean satisfechos, y entonces no puede conceder los deseos que expresamos en la hora de la oración.

Si deseamos el don de la Intercesión, la gracia y el poder para orar bien. Nuestros corazones queridos hermanos tienen que apartarse de los demás deseos: tenemos que entregarnos completamente este único deseo. Tenemos que estar totalmente dispuestos a vivir en Intercesión, a fijas nuestros ojos en la bienaventuranza y en la necesidad de esta gracia, a creer con certeza que Dios nos la dará, al entregarnos a ella por amor al mundo que perece, nuestro deseo puede ser fortalecido. Habremos dado, pues, el primer paso hacia la posesión de la bendición que deseamos. Busquemos hermanos la gracia de la oración, así como buscamos “con todo nuestro deseo” al Dios con quien ella nos vincula. Podemos depender de la promesa: “cumplirá el deseo de los que le temen”. No tengamos miedo de decirle a él: “Lo deseo con todo mi corazón”   

EL DESEO EXPRESADO POR MEDIO DE LA ORACIÓN

Todo lo que ustedes pidan (desean) en oración” El deseo del corazón tiene que llegar a ser la expresión de los labios. Nuestro Señor Jesús pregunto más de una vez a los que le pedían misericordia: “¿Que quieres?” El quería que ellos dijeran lo que deseaban. El hecho de declararlo estimulaba todo el ser a la acción, los ponía en contacto con él y hacia que despertara la expectación de ellos. Orar es entrar en la presencia de Dios, reclamar y asegurar su atención, tener un trato claro con él con respecto a cierta petición, encomendar nuestra necesidad a su fidelidad y dejarla allí. Al hacer eso, llegamos a estar plenamente conscientes de lo que estamos pidiendo.

Habemos algunos que con frecuencia tenemos muchos deseos en el corazón, pero no es difícil expresarlos ante Dios de una manera clara y definida por medio de la oración repetida. Hay otros que acuden a la Palabra de Dios y a sus promesas para fortalecer su Fe, pero no dan suficiente lugar a aquella precisa petición a Dios que ayuda al alma a ganar la seguridad de que el asunto ha sido puesto en las manos de El. Existen otros que acuden a la oración con tantísimas peticiones y deseos que a ellos mismos les es difícil decir lo que realmente esperan que Dios haga.

Hermanos si queremos que Dios nos dé este gran don de la fidelidad en la oración y el poder para orar correctamente, comiencen a orar en ese sentido. Declara para ti y para Dios: “Hay aquí algo que he pedido, y que continuo pidiendo hasta recibirlo”. En forma tan clara y precisa como las palabras puedan expresarlo, lo que estoy diciendo es lo siguiente: “Padre amado, yo deseo la gracia de la oración y de la intercesión, te la pido, la espero de Ti”.

LA ORACIÓN CON FE LLEGA A DIOS

Lo que ustedes pidan en oración, crean” Solo por Fe podemos conocer a Dios, o recibir a Jesucristo, o vivir la vida comunitaria.

Así también, la fe es la vida y el poder de la oración. Si hemos de comenzar una vida de intercesión en que haya gozo, poder y bendición, si por la gracia hemos de obtener respuesta a nuestra oración, tenemos que aprender de nuevo lo que es la fe, comenzar a vivir y a orar con fe como nunca antes.

Fe es lo opuesto a lo que se ve. Estas dos cosas son contrarias entre sí. “Por Fe andamos, no por la vista”. Si lo invisible ha de tomar plena posesión de nosotros, y el corazón, la vida y la oración han de estar llenos de fe, tiene que haber un retiro de lo visible, una negación de ello. El espíritu que busca disfrutar tanto como le sea posible de lo que es inocente o legítimo, que da el primer lugar a los llamados y deberes de la vida, es inconsecuente con una fe fuerte y una estrecha relación con el mundo espiritual. “No mirando nosotros las cosas que se ven – si sé mencionada la acción positiva, la negativa debe destacarse – sino las que no se ven”. Esto tiene que llegar a ser natural para nosotros. En la oración, la fe depende de que nosotros vivamos en el mundo invisible.

Esto se refiere especialmente a la Fe en Dios. La gran razón de nuestra falta de Fe es que carecemos del conocimiento de Dios y comunión con El. Cuando Jesús hablo de mover montañas dijo: “Tened Fe en Dios”. Cuando el alma conoce a Dios, cuando esta ocupada con su poder, su amor y su fidelidad, cuando se sale del mundo del egoísmo y permite que la luz de Dios la ilumine la incredulidad llega a ser imposible. Todos los misterios y las dificultades relacionadas con las respuestas a la oración por más pequeños que seamos para resolverlos intelectualmente, estarán incluidos en la seguridad de la adoración: “Este Dios es nuestro Dios. El nos bendecirá. El responde en verdad a la oración. Y el se deleitara en darme la gracia para orar, que es lo que le estoy pidiendo”

EN FE ACEPTAR LA RESPUESTA DE DIOS

Todo lo que ustedes pidan en oración crean que ya lo han conseguido”. La Fe tiene que aceptar la respuesta como si Dios lo hubiera dado en el cielo, antes de hallarla o sentirla en la tierra. Este punto causa dificultad pero es la esencia de la oración de Fe, su secreto real. Trata de entenderlo. Las cosas espirituales solo pueden entenderse o apropiarse espiritualmente. La bendición espiritual divina de la respuesta de Dios en nuestra oración, tenemos que reconocerla y aceptarla en su espíritu antes de sentir algo de ella. La Fe es la que hace esto.

La persona que no solo busca la respuesta, sino que primero busca a Dios que da la respuesta, recibe el poder para saber que ha obtenido lo que le ha pedido a Dios. Si sabe ha pedido de acuerdo a su voluntad y las promesas de Dios, y ha acudido a el y ha hallado que Dios se lo concede, cree que lo ha recibido. “Sabemos que él nos oye”.

No hay nada que sirva tanto para examinar la conciencia como esta fe: “Crean que ya lo han conseguido”. Cuando nos esforzamos por creer, y descubrimos que no podemos, eso nos lleva a descubrir lo que impide. Bienaventurado el hombre que no retiene nada, ni permite que nada lo detenga. En vez de ello, con los ojos y el corazón puestos solo en Dios, se niega a quedarse tranquilo hasta que ha creído que el Señor le da indicios de que ha recibido. Ese fue el momento en que Jacob en Israel, y el poder de la oración prevaleciente nació de la debilidad y de la desesperación. Es aquí donde entra la necesidad real de la oración perseverante y siempre inoportuna, que no se quedara tranquila, ni se retirara, ni se rendirá hasta que sepa que ha sido oída y cree que ha recibido.

¿Esta pidiéndole a Dios que le dé el Espíritu de gracia y de suplica?

Mientras lo pida con un fuerte deseo cree que Dios oye la oración, no tenga temor de perseverar y creer que su vida puede ser cambiada. Cree que todas las presiones de la vida diaria que impiden la oración pueden ser vencidas. Cree que Dios te dará lo que desea tu corazón: gracia para orar mucho, y para orar en el Espíritu, tal como el Padre quiere que lo haga su hijo.  : “Crean que ya lo han conseguido”.

LA EXPERIENCIA DE LA BENDICION DESEADA

“Todo lo que ustedes pidan en oración crean que ya lo han conseguido y lo recibirán” El hecho de recibir de Dios por fe, la aceptación de la respuesta por fe, con la perfecta y agradecida seguridad de que se ha concedido la petición, no es necesariamente la experiencia misma o posesión subjetiva del don que hemos pedido. Algunas veces puede haber un intervalo considerable o aun largo.

En otros casos, el suplicante que cree puede disfrutar de inmediato lo que ha recibido. Cuan hay el intervalo, necesitamos especialmente fe y paciencia.

  • Necesitamos fe para regocijarnos por la seguridad de la respuesta que se nos ha otorgado y que hemos recibido, y para comenzar a actuar basados en la respuesta, aunque no hayamos sentido nada.
  • Necesitamos paciencia para esperar aunque en el presente no haya prueba visible de la respuesta. Podemos contar con el gozo futuro: “Os vendrá”.

Podemos aplicar este principio a nuestra oración cuando pedimos poder para ser fieles intercesores, cuando pedimos la gracia para orar de manera intensa y perseverante por las almas que nos rodean. Aprendamos a asirnos de la certidumbre divina de que tan ciertamente como creemos, recibiremos. Creamos por tanto, que la fe, aparte de todo fracaso, puede regocijarse en la certeza de que la oración recibe su respuesta. Cuando más alabamos a Dios por la respuesta, tanto mas pronto vendrá la experiencia. Podemos comenzar de una vez a orar por otros, con la confianza de que se nos dará la gracia para orar con más perseverancia y más fe que antes.

Si no hallamos de inmediato ningún incremento de nuestro deseo de orar, ni de nuestro poder en la oración, esto no debe impedirnos ni desanimarnos. Careciendo del sentimiento, hemos aceptado una divina davida espiritual por la fe; con esa fe debemos orar sin dudar nada. El Espíritu Santo puede esconderse por breve tiempo en nuestro interior. Pero podemos contar con que él ora en nosotros, aunque sea con gemidos indecibles. A su debido tiempo llegaremos a estar conscientes de su presencia y de su poder. Con la misma seguridad con que haya el deseo, la oración y la fe, la aceptación de la davida por la fe; También habrá la manifestación y la experiencia de la bendición que hemos pedido.

¿Quieres que Dios te capacite para orar de tal manera que tu vida sea libre de esa constante condenación que nos hacemos a nosotros mismos, y que el poder del Espíritu de Dios descienda con poder y como respuesta a tu petición? Acude y pídeselo a Dios. Arrodíllate y pídeselo con una declaración definida. Cuando hayas hecho la petición, sigue arrodillado con fe, creyendo que Dios responde. Ahora, cree que estas recibiendo lo que has pedido; cree que lo has recibido. Si te parece difícil hacer esto, continúa arrodillado y dile a Dios que lo crees basado en la fortaleza que has recibido de su Palabra. Si eso te cuesta tiempo, y lucha, y duda, no tengas temor. Mientras estés a los pies del Señor, mirando su rostro, te vendrá la fe que necesitas.

 “Cree que ya lo has conseguido y lo recibirás”. Cuando recibas la indicación de parte de el, atrévete a reclamar la respuesta. Con esa fe, aunque sea frágil, comienza una nueva vida de oración; ten el siguiente pensamiento como base de tu fortaleza: Tú has pedido y recibido la gracia de Cristo para prepárate, pasó por paso, a fin de ser fiel en la oración y en la intercesión. Cuanto más sencillamente te aferres a este hecho y esperaras que el Espíritu Santo obre, tanto más segura, plena y verdadera se hará la palabra de Cristo “lo recibirás”. El mismo Dios que dio la respuesta la producirá por ti.

 

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